El viajero

En un fluir constante de conocimiento e información, me encuentro a mi mismo navegando en las cálidas aguas del infinito. Empapándome de experiencias, de aprendizajes nuevos y desafiantes. Recorriendo galaxias y universos en una búsqueda de la verdad interior.

Dios, que observa a través mío, me inspira a ser un canal del amor y el conocimiento que emana de él, llevando este conocimiento por caminos universales y dimensionales.

EL, es observador, es un amoroso observador que aprende a través de sus hijos y que enseña a través nuestro también y de esa forma, él aprende.

Todo cuanto existe es UNO, formado de la misma sustancia y por el mismo aliento divino. De esa forma existen infinidad de caminos posibles para recorrer, sin embargo la meta final es solo una y la misma: La unión de vuelta al Padre.

Si, recorro muchos caminos, aprendo y observo. Enseño cuanto me es permitido y si no alcanzo a nadie con ese conocimiento, no me desaliento, continúo mi recorrido porque ese es el deseo que emana de mi corazón y sé, que si logro que una sola persona encuentre su camino hacia el Padre, habré cumplido con un propósito divino.

En mi andar, me observo a mi mismo en ti y aprendo de tus experiencias, porque comprendo que una parte tuya es parte mía también.

Soy un viajero, al igual que tú, en búsqueda de la verdad interior. Reconozco que el camino es simple cuando deseas hacerlo simple. Somos viajeros y observando nuestro entorno encontramos verdades grandes y universales. Encontramos respuestas en las cosas mas simples de la naturaleza porque a través de ellas se expresa la verdad y el conocimiento universal. A través de la naturaleza Dios habla en silencio y entona maravillosas sinfonías visuales.

Llevamos el conocimiento de la vida misma, en silencio, en nuestro interior.

Somos viajeros, recorramos juntos el sendero de la victoria, de regreso al Padre!!


Escrito por KAI

http://kaipekoppon.blogspot.com/

La invitación


No me interesa saber a que te dedicas.
Quiero saber qué es lo que añoras y si te atreves a soñar o alcanzar lo que tu corazón ansía.

No me interesa saber que edad tienes.
Quiero saber si te arriesgarás a parecer un loco por amor, por tus sueños, por la aventura de estar vivo.

No me interesa saber que planetas están cuadrando tu luna.
Quiero saber si has tocado el centro de tu propia pena, si has estado abierto a las traiciones de la vida o te has vuelto marchito y cerrado por miedo a más dolor.
Quiero saber si te puedes sentar con dolor, tuyo o mío, sin moverte para esconderlo, diluirlo o arreglarlo.
Quiero saber si puedes estar con alegría, tuya o mía, y si puedes danzar libremente y dejar que el éxtasis te llene hasta las puntas de los dedos de tus manos y de los pies, sin advertirnos de ser cuidadosos, ser realistas o acordar las limitaciones de ser humano.

No me interesa si la historia que me estás contando es verdad.
Quiero saber si puedes desilusionar a otros por ser sincero contigo mismo, si puedes resistir la acusación de traición y no traicionar a tu propia alma.
Quiero saber si puedes ser fiel y por lo tanto confiable.
Quiero saber si puedes ver belleza hasta en los días feos y si puedes nutrir tu vida desde la presencia de Dios.
Quiero saber si puedes vivir con fallas, tuyas y mías y todavía pararte en la orilla del lago y gritar a la luna llena plateada... ¡Si!

No me interesa saber dónde vives, ni cuánto dinero tienes.
Quiero saber si te puedes parar después de una noche de pena y desesperación, débil y moreteado hasta los huesos, y hacer lo que necesita estar hecho para los niños.

No me interesa saber quien eres, ni porqué estás aquí.
Quiero saber si te puedes parar en el centro del fuego conmigo sin encogerte.

No me interesa dónde, qué, o con quién has estudiado.
Quiero saber si te sostienes desde adentro cuando todo se cae a tu alrededor.
Quiero saber si puedes estar solo contigo mismo y si verdaderamente disfrutas la compañía que mantienes en tus momentos de soledad.

Escrito por: Khalil Gibrán (1883-1931)