Es el equilibrio interno lo que nos hace trascender.
Sólo buscándote te encontrarás. No te descubrirás así porque sí. Debes querer encontrarte. Encontrar tu origen. Saber quién eres y para qué estás en este espacio-tiempo. Nunca son iguales las respuestas a estas preguntas; cambian con la evolución interior… ¿Quién soy? ¿Para qué estoy? ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte?
Si bien una vez encontrada la raíz de la respuesta, ésta no cambia, se mantiene fresca la capacidad de crecer. Pues esta respuesta se parece a la semillita que estando oculta ayer en la tierra, hoy acaricia los cielos habiéndose transformado en un árbol. Soy parte de un todo con conciencia propia y universal. Estoy para ser, ser en plenitud descubriendo mi esencia.
La vida es tan sólo una etapa de mi evolución cósmica. Vengo del Todo de la conjugación del amor y de la razón de ser. Existo por desborde de amor del Ser supremo. Voy hacia mi encuentro definitivo conmigo mismo y con el absoluto. Voy hacia el Todo, hacia la eternidad, hacia todo aquello que se vislumbra apenas desde esta dimensión.
La búsqueda de las respuestas a todas aquellas preguntas que son de trascendencia debe comenzar aquí y ahora en forma decidida. Toda respuesta profunda está en tu interior. Aquello por lo que suspiras y temes está en tu interior. La situación de la humanidad no es una situación de crisis sino de cambio; es una mutación interior, de evolución.
Se está gestando un nuevo ser. Sólo el aflorar de una nueva mentalidad y conciencia hará posible que mejoremos como seres humanos, sólo la fe en lo trascendental nos ayudará a ser auténticos. Las propuestas que los diversos campos que hacen a la integración del hombre, no lo satisfacen porque no llenan sus expectativas de ser trascendental. El secreto de la felicidad está en desarrollarnos plenamente, a la vez que nos realizamos como seres del cosmos. Es el equilibrio interno lo que nos hace trascender. Los extremos son nocivos, y el amor es la fuerza que cada día nos levanta cada día llevando, bañado en un estremecedor abrazo silencioso, todo nuestro ser hacia el Todo… hacia Dios mismo.
Fragmento del libro: Corazón de guerrero
Autor: Gabriel Jurjevic