Insistir para el logro de los propósitos

Despertar requiere de un constante trabajo interior y de un constante enfrentamiento de nuestros propios pensamientos caducos y enfermizos. Cada actuar incómodo, doloroso, molesto, de sufrimiento, o con esfuerzo, es el aviso que seguimos en nuestro sueño. Si ya comenzamos a despertar, hay que seguir haciendo el fuerte esfuerzo por lograr despertar completamente. Ahora es el momento. Podemos poner mucha atención a cada comportamiento nuestro y enfrentarlo a cada momento. No dejar que las circunstancias nos vuelvan a dormir.

Si tengo miedo, debo enfrentar aquello que me da miedo, y aunque mi cuerpo tiemble, no debo permitir que el miedo me domine. Si tengo vergüenza, no debo permitir que la vergüenza me domine, aunque sienta todo mi cuerpo invadido por ella. Sienta en mi lo que sienta, lo debo enfrentar y de una vez por todas superarlo, así no enfrentamos a los demás, nos enfrentamos a nosotros mismos. Ahora es el momento. Si esperamos el mejor momento para hacerlo, ese mejor momento no llegará como lo esperamos. Si esperamos terminar un estudio, si esperamos terminar un proyecto, si esperamos casarnos, si esperamos tener un hijo, si esperamos tener el siguiente hijo, si esperamos cambiar de trabajo, si esperamos cambiar de casa, si esperamos llegar a viejos… pasará todo lo que esperamos y no lograremos encontrar el momento adecuado.
Ahora es el momento: con lo que tienes y desde donde estás.

La insistencia es el logro final.

¿Has intentado unos días y no logras superar lo que te has propuesto? Síguelo intentando, a veces será necesario unos días, otros unas semanas, otros hasta unos meses. Algunas cosas se logran superar en unas horas, con una oración, con un objeto de energía positiva… Pero hay cosas que no se logran así, sino con esfuerzo constante de uno mismo. No hay que rendirse nunca, hay que insistir constantemente, y ten la seguridad que muy pronto verás los resultados.

El bambú Japonés
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante.También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas:"¡Crece, maldita seas!"
Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo trasforma en no apto para impacientes:
Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de solo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros! ¿Tardó solo seis semanas crecer? No. La verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.
Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.Es tarea difícil convencer al impaciente que solo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creeremos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante. En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que -en tanto no bajemos los brazos, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos-, sí está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando este al fin se materialice. El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.
(Desconozco el autor).

Escrito por: Rafael Zárate M.

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